¿Llevas años utilizando gafas y te gustaría dejar de usarlas? ¿Te preguntas si puedes operarte de hipermetropía?
¿Qué es la hipermetropía?
La hipermetropía es un defecto de refracción, un fallo en el enfoque visual que causa una visión borrosa y con molestias de cerca, que con el tiempo ocasionará problemas también para ver de lejos.
No siempre es fácil diagnosticar el trastorno a una edad temprana ya que si en la infancia o en la adolescencia la graduación no es considerable puede pasar desapercibida. El motivo es que la persona tiende a acomodar el ojo, esto es que el cristalino aumenta su potencia al engrosarse y también su curvatura, contrayendo los músculos que se encuentran a su alrededor. Claro que esa acomodación constante tiene consecuencias y acaba provocando, picor de ojos, dolor de cabeza o fatiga visual.
Una persona sin problemas de visión enfoca la imagen que ve sobre su retina mientras que quien padece hipermetropía lo hace detrás de ella. El motivo puede ser que no cuente con una potencia óptica normal o que la longitud del ojo sea más corta de lo habitual.
Sirva como dato curioso que casi la totalidad de los bebés nacen con hipermetropía fisiológica que con el tiempo se corrige, aunque no en todos los casos como habrás comprobado personalmente. Pero no te preocupes, como decíamos es probable que puedas recurrir a la cirugía.
¿Puedo operarme de hipermetropía?
No todos los pacientes son aptos para realizarse una operación de hipermetropía, el primer paso es realizar una consulta con un oftalmólogo que determinará si podrás operarte o no. Así que te toca encontrar la clínica adecuada y concertar una primera visita.
El especialista realizará una serie de pasos para determinar si te puedes operar de hipermetropía:
- Historial médico. Nada más llegar se te abrirá un historial con toda la información necesaria en cuanto a pruebas realizadas y a cualquier otra información médica que puedas aportar.
- Edad. El candidato debe tener al menos 18 años y no haber aumentado la cantidad de dioptrías en al menos los dos últimos. Si tiene más de 50 años habrá que realizar otros estudios complementarios para determinar la conveniencia de la operación y cuál es la mejor técnica.
- Medición. El oftalmólogo medirá tanto tu agudeza visual como el grado en el que te afecta la hipermetropía, es decir cuántas dioptrías tienes.
A continuación realizará un estudio pormenorizado de la zona:
- Lámpara de hendidura. Facilita la visión de la superficie ocular desde diferentes ángulos para encontrar cualquier impedimento que desaconseje la cirugía.
- Campimetría. Consiste en un examen del campo visual para detectar posibles enfermedades, del nervio óptico, la retina o incluso el glaucoma.
- Topografía. Examina la superficie de la córnea para tratar de hallar alguna clase de deformación que se hubiera pasado por el alto con la lámpara de hendidura.
- Paquimetría. Permite medir el grosor del tejido de la córnea, ya que si es demasiado fina no podría aplicarse ciertos tratamientos.
- Queratometría. Ayuda a dictaminar la clase de curvatura de la córnea, ya que ciertas formas podrían contraindicar la intervención.
Una vez realizadas todas las pruebas necesarias el oculista decidirá si puedes realizarte la operación de hipermetropía. Confía en su criterio, estás en buenas manos. Si finalmente pasas por el quirófano: enhorabuena, después de tantos años dirás adiós a tus gafas, pocas despedidas te habrán alegrado más.